Fuente: Voz de Galicia

Es el paso previo a la libertad. Casi cien reclusos dependientes del centro penitenciario de A Lama viven con un pie fuera del penal. Cada mañana abandonan los muros de la prisión para regresar después de una jornada laboral, participar en cursos formativos o tratar de dejar atrás su adicción a las drogas.

El grueso de los beneficiarios del tercer grado, 57 de un total de 97, dedican las jornadas a acudir a desempeñar un trabajo durante la jornada laboral, mientras que los cursos y otras actividades destinadas a la reinserción ocupan al resto. De todos ellos, hay 15 que salen a la calle con algún medio telemático implantado.

Pero además de quienes se benefician de la posibilidad de sólo ir a la cárcel a pernoctar, el centro penitenciario ha hecho multiplicar en los dos últimos años por cuatro las salidas programadas de reclusos. Según explican desde la institución, las salidas programadas tienen una naturaleza distinta de los permisos.

Ambas van encaminadas a la reinserción y la integración y la dirección considera que han tenido una importancia positiva no sólo como medida de tratamiento penitenciario, sino que han aportado una colaboración importante con actividades sociales, como las desempeñadas por grupos ecologistas o apoyo a eventos culturales y deportivos.

Entre el cerca de medio centenar de salidas, la institución penitenciaria programó visitas al Parlamento de Galicia, a la catedral de Santiago, a los campos de fútbol de Pasarón y Balaídos, al centro forestal de Lourizán o al castro de Santa Tegra, en A Guardia. Pero los presos también han participado activamente en trabajos de limpieza de los ríos Gafos y Verdugo. Y para demostrar que no hay rencor la reinserción hace extraños compañeros. Un grupo de reclusos participó durante el año pasado como personal de apoyo de la organización en el torneo internacional de policías.