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Más de la mitad de los reclusos ha tenido contacto con las drogas

Datos preocupantes. Un estudio publicado por el sindicato Acaip pone de manifiesto que entre el cincuenta y el sesenta por ciento de los reclusos del Centro Penitenciario de Jaén tiene o ha tenido contactos con las drogas. Una realidad que se repite en la mayoría de las cárceles españolas.

Fuente: diariojaen.es

Hace unas semanas, dos reclusos del Centro Penitenciario de Jaén fallecieron en extrañas circunstancias. Aunque los responsables de la cárcel provincial guardan silencio porque las investigaciones están en marcha, en la prisión es un secreto a voces que los reclusos murieron como consecuencia de una sobredosis.


Estos desagradables incidentes ponen sobre la mesa que la droga campa a sus anchas en el recinto carcelario, algo que ocurre en la mayoría de las prisiones españolas. Un estudio, recientemente publicado por el sindicato Acaip, pone de manifiesto que entre el cincuenta y el sesenta por ciento de la población reclusa del Centro Penitenciario de Jaén, que ronda las setecientas cincuenta personas, tiene o ha tenido contactos con las sustancias estupefacientes.


El dato es escalofriante y pone al descubierto que existe una gran cantidad de canales para hacer llegar la droga a las celdas: “La cárcel ya no es un lugar cerrado, no es un mundo independiente del exterior. Existen muchos contactos que sirven de vía de entrada para las sustancias ilícitas”. La frase es del director de la cárcel, Manuel Martínez Cano. Los propios presos reconocen abiertamente, cuando se les pregunta, que pueden acceder con cierta facilidad a las drogas.


Y es que hay muchas formas de conseguirlas. Los permisos constituyen el método más común. Los internos que están en tercer grado sólo van a la cárcel para dormir y tienen contacto directo con el exterior. Estas salidas son uno de los principales métodos para introducir droga en la prisión. Los presos esconden pequeñas cantidades de estupefacientes en el ano o en la vagina, según explican los propios funcionarios: “Allí es muy difícil controlar este tránsito porque, además, no se nos permite realizar radiografías a los reclusos”, aclara uno de los trabajadores de la prisión. También son canales de entrada los “vis a vis” de los presos con sus parejas o las visitas de familiares y amigos e, incluso, las comunicaciones (paquetes, cartas, regalos…), aunque esta opción es la menos utilizada.


Una vez que las sustancias estupefacientes entran en la prisión, aún es más difícil hallarla: “Se hacen aprehensiones, pero en cantidades muy pequeñas. Normalmente, se descubre por descuido de los reclusos o por alguna investigación interna”, relatan los funcionarios.


El hachís es la droga preferida por los presos. También tienen un lugar destacado las pastillas de éxtasis o de “tranquimazil”, entre otras sustancias. Son las que tienen un precio más asequible para los internos. Es mucho más difícil que circulen dosis de heroína y de cocaína, que tienen una tarifa mucho más alta y también porque los presos han tomado conciencia de que son mucho más peligrosas. El estudio de Acaip también analiza este punto. Más de un tercio de los internos ha estado alguna vez en tratamiento de su drogodependencia en la prisión. Casi todos valoran la atención recibida.

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