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Artículo de Félix Bayón.

Fuente: Diario de Sevilla digital

Artículo de Félix Bayón.

Félix BayónPIENSO que ha sido mi afición a las novelas humorísticas de Tom Sharpe lo que me ha llevado a coleccionar todas las muestras de angelismo que voy encontrando. Cada día tengo más, quizá porque el clima es más propicio a su proliferación. Conocedora de mi afición por las muestras de desmesurada bondad, una buena amiga me hizo llegar ayer la entrevista que la directora de la prisión de Botafuegos (Algeciras), Isabel Martínez, concedía el domingo pasado al diario El Faro Información.PIENSO que ha sido mi afición a las novelas humorísticas de Tom Sharpe lo que me ha llevado a coleccionar todas las muestras de angelismo que voy encontrando. Cada día tengo más, quizá porque el clima es más propicio a su proliferación. Conocedora de mi afición por las muestras de desmesurada bondad, una buena amiga me hizo llegar ayer la entrevista que la directora de la prisión de Botafuegos (Algeciras), Isabel Martínez, concedía el domingo pasado al diario El Faro Información.

La administración de las prisiones viene siendo durante los dos últimos años excelente caldo de cultivo del buenismo. Impermeables al pesimismo al que suele conducir la contemplación de la condición humana observan el trozo de realidad que les compete con un júbilo completamente flower power. Nada más llegar al cargo, la directora general, Mercedes Gallizo, destituyó a buen número de directores de prisiones y creó doctrina con una memorable intervención ante el Senado y unas declaraciones en las que calificó de "xenófobos" a los funcionarios de la prisión de Topas (Salamanca) que habían denunciado que los fundamentalistas islámicos habían impuesto su ley entre los presos musulmanes. Para Gallizo, el asunto no tenía "mayor trascendencia" y era algo a resolver "amablemente". Según ella, lo que pasaba es que los presos fundamentalistas estaban allí más "desinhibidos". Poco después, el juez Baltasar Garzón descubría que tanta desinhibición les había llevado a organizar una célula terrorista.

Con estos precedentes no hay que extrañarse de que la directora de la prisión de Algeciras declare que los presos de ETA "son personas tan normales como cualquiera y de trato ameno", "personas muy cultas, muy honradas, de un alto nivel intelectual". "Incluso", afirmaba, hasta "se puede aprender de ellos. Saben estar, saben comportarse".

No soy quién para juzgar la amenidad, la cultura y el nivel intelectual de los terroristas. Si Isabel Martínez dice que ha aprendido de ellos, habrá que creerla. Más dudoso es que se califique de honrados y normales a los etarras y, más concretamente, a los que se albergan en la prisión de Algeciras.

Hay doce presos de ETA en Botafuegos. Entre ellos, dos tan distinguidos como el asesino de Yoyes, José Antonio López Ruiz, Kubati, o el antiguo responsable del comando Madrid, Juan Ignacio de Juana Chaos, autor de once atentados y veinticinco asesinatos. De Juana Chaos es tan normal, tan honrado, que después del asesinato del matrimonio Becerril, en 1998, escribía en una carta: "Me encanta ver las caras desencajadas de los familiares en los funerales. Aquí, en la cárcel, sus lloros son nuestras sonrisas y acabaremos a carcajada limpia. Esta última acción de Sevilla ha sido perfecta; con ella, ya he comido para todo el mes".

Ya ven, De Juana Chaos es un tipo de lo más normal. Quizá, eso sí, un pelín desinhibido.

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