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Tres de cada diez presos en tercer grado duermen en casa controlados a distancia

En la provincia hay cincuenta y cuatro internos que cumplen condena fuera del centro penitenciario gracias a un dispositivo electrónico conectado con Madrid.

Fuente: la verdad.es

Un total de 54 internos de la provincia cumplen condena fuera de prisión. Son reclusos que han demostrado su capacidad para reinsertarse socialmente y que ahora cumplen el final de la pena desde sus casas gracias a un dispositivo electrónico. Tres de cada diez presos en tercer grado disfrutan de este sistema de vigilancia telemática, según fuentes penitenciarias.

La cifra de presos con sistemas de control electrónico no ha dejado de aumentar desde que el dispositivo empezó a aplicarse en la provincia en marzo del 2002. En esa época, en Fontcalent podían contarse 28 internos con pulseras telemáticas. Cuatro años más tarde, un total de 46 reclusos se beneficiaban del sistema. A fecha de hoy, 54 de los 161 internos de tercer grado del centro penitenciario alicantino pueden pernoctar en su casa gracias a la televigilancia.

En estos momentos, en Villena no hay nadie que utilice este sistema, ya que los presos de tercer grado se derivan al Centro de Inserción Social (CIS) de Fontcalent inaugurado el pasado año, explican desde la dirección del centro penitenciario Alicante II.

La televigilancia consiste en una pulsera o tobillera que lleva puesta el preso y difícil de manipular por el interno. El dispositivo emite una señal a un sistema electrónico conectado por vía telefónica a Madrid y al centro penitenciario.

El sistema se encuentra en el teléfono del domicilio del interno y tiene un radio de acción determinado, de tal modo que sólo recibe la señal de la pulsera o la tobillera si el usuario se encuentra en casa. De este modo, Instituciones Penitenciarias puede controlar las horas que el condenado pasa en la vivienda.

El sistema detecta cualquier tipo de engaño o de manipulación y de inmediato salta la alarma. Un receptor capta una señal cuando el sujeto llega a su domicilio y alerta si se incumple el horario establecido desde Instituciones Penitenciarias. Normalmente se le obliga a estar en casa ocho horas por la noche, las mismas que debería de pasar en prisión si fuera a dormir al centro penitenciario.

«En lugar de pernoctar en el centro, se controla al preso mediante instrumentos electrónicos conectados con la prisión y con Madrid», señala Manuel Sánchez Sánchez, subdirector del Cis de Fontcalent. «Se sabe que están en casa la hora que tienen que estar. Suele ser por la noche, pero se puede adaptar al horario de trabajo».

Prisión condicional

Manuel Sánchez Sánchez explica que la utilización de las pulseras telemáticas suele ser el paso previo a la prisión condicional, la última fase del tercer grado.

El tercer grado es la antesala a la reinserción del preso y consta de cuatro fases, explica Manuel Sánchez Sánchez. La primera es la más restrictiva y supone un periodo de adaptación a la nueva situación. En la segunda se realizan todas las gestiones oportunas para que el interno pueda salir a trabajar con toda la documentación en regla. En la tercera, el preso sale a trabajar por el día y vuelve a dormir al centro penitenciario. Si cumple con los programas y los objetivos, se le pone una pulsera telemática.

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