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Para que no se repita el precedente de la prisión de Topas

Controlar el acceso de imanes en las cárcel para evitar el proselitismo yihadista y saber quiénes son exactamente los religiosos musulmanes que predican en los centros se había convertido en una obsesión de la directora de prisiones, Mercedes Gallizo Una fijación enraizada en septiembre de 2004, apenas medio año después del 11-M, cuando se desarticuló la célula ‘Mártires para Marruecos’, gestada y nacida en la cárcel salmantina de Topas y que, al momento de ser desmantelada, preparaba un gran atentado para hacer saltar por los aires la Audiencia Nacional con un camión-bomba.

Fuente: Colpisa

Controlar el acceso de imanes en las cárcel para evitar el proselitismo yihadista y saber quiénes son exactamente los religiosos musulmanes que predican en los centros se había convertido en una obsesión de la directora de prisiones, Mercedes Gallizo Una fijación enraizada en septiembre de 2004, apenas medio año después del 11-M, cuando se desarticuló la célula ‘Mártires para Marruecos’, gestada y nacida en la cárcel salmantina de Topas y que, al momento de ser desmantelada, preparaba un gran atentado para hacer saltar por los aires la Audiencia Nacional con un camión-bomba.


Los expertos de prisiones supieron que este grupo yihadista, que había captado dentro de los muros de diferentes cárceles hasta 24 acólitos dispuestos para el ‘martirio’, se había fraguado en torno a la figura de Said Afif, un preso común al que, ante la falta de legislación e instrucciones, se toleraba que ejerciera en Topas como imán improvisado de un grupo de internos, a los que incluso se cedía espacios comunes para sus oficios religiosos.


Durante 2003, Afif, del que luego se supo que era el vice-emir del grupo terrorista que pretendía realizar el atentado suicida contra la sede judicial, tuvo facilidades para lanzar todo tipo de prédicas y soflamas sin que nadie analizara sus contenidos.


Cuando en 2004 las investigaciones de la Comisaría General de Información de la Policía detectaron que la más peligrosa célula islamista desarticulada en España tras el 11-M había nacido un año antes en las cárceles, Instituciones Penitenciarias fue criticada con dureza.


Gallizo puso en marcha plan de choque para impedir la creación de nuevas células terroristas en las cárceles, que comenzó con la dispersión de los miembros de ‘Mártires para Marruecos’. Además, solicitó autorizaciones judiciales para aislar a todos los presos imputados por terrorismo islamista y controlar todas sus comunicaciones, cartas, llamadas telefónicas, comunicaciones o 'vis a vis'.


Desde entonces no ha habido nuevas noticias de captación de acólitos yihadistas en los centros penitenciarios, aunque Interior mantenía el temor de que pudiera haber imanes que hicieran proselitismo amparados en la falta de legislación y control sobre sus prédicas en lengua árabe.

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