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Interior tendrá que decidir la continuidad de Mesquida por sus disputas con Camacho

Una de las primeras decisiones que tendrá que tomar Rubalcaba será solucionar los desajustes detectados en los últimos meses entre el secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, y el director general de la Policía y la Guardia Civil, Joan Mesquida. La solución al problema podría suponer la supresión de este último cargo, que en la práctica se ha revelado como una «secretaría de Estado paralela», según las fuentes consultadas, o bien delimitar con claridad las competencias de ambas.

Fuente: abc.es

Una de las primeras decisiones que tendrá que tomar Rubalcaba será solucionar los desajustes detectados en los últimos meses entre el secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, y el director general de la Policía y la Guardia Civil, Joan Mesquida. La solución al problema podría suponer la supresión de este último cargo, que en la práctica se ha revelado como una «secretaría de Estado paralela», según las fuentes consultadas, o bien delimitar con claridad las competencias de ambas.

Antonio Camacho, que durante la pasada legislatura ha tenido un buen clima de entendimiento con los servicios antiterroristas de la Policía y de la Guardia Civil, así como con el Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista (CNCA), parece tener asegurada su continuidad. En consecuencia, el que está ahora en una situación más comprometida es Joan Mesquida, quien hay que recordar que no se pudo presentar a las pasadas elecciones generales porque su ministro le pidió que siguiera en su puesto en unas fechas tan críticas como esas. Su nombramiento como director general de la Guardia Civil y de la Policía se produjo dos meses después de que fuera descubierto el escándalo del «chivatazo policial», en el que en plena tregua de ETA el jefe de una red de extorsión a empresarios fue avisado de que iba a ser detenido. La llegada de Mesquida supuso la destitución por parte de Pérez Rubalcaba de Víctor García Hidalgo como director general de la Policía.

Las «duplicidades» entre Camacho y Mesquida comenzaron a los pocos meses de la llegada de este último a Interior, ya que pasó a ser una de las personas con un volumen de información similar al del secretario de Estado de Seguridad. Y al compartir el mismo campo de trabajo han surgido las conflictos. Así, de tener diferentes puntos de vista al principio se ha pasado ahora a una situación de «choque» -no personal, sino profesional-, según fuentes del entorno de ambos. Por ello, los mismos medios subrayan que a la vista de que son más que una realidad los «conflictos fronterizos», el Ministerio debería «coger este toro por los cuernos» y «prescindir de la actual bicefalia o fijar claramente las competencias de los dos departamentos».

Varios son los asuntos que han provocado «choques». En el «caso Isadora», por ejemplo, Antonio Camacho pidió en enero a Joan Mesquida la «carpeta de operaciones» de la investigación seguida por la Comandancia de Madrid y éste dio la orden a sus hombres, pero esos documentos ya no pasaron por sus manos. No obstante, la Dirección General sí estuvo al tanto de las gestiones de los investigadores, sin que apreciara irregularidad alguna en la actuación del Instituto Armado.

Otro episodio que releva poca sintonía entre ambos se produjo tras el atentado de ETA contra el cuartel de la Guardia Civil de Calahorra (La Rioja). El «número 2» de Interior y «el número 3» lo visitaron el mismo día, pero por separado. Camacho, que se trasladó desde Madrid, comenzó la visita cuando aún no había llegado Mesquida que, desde Palma de Mallorca, llegó poco después, por lo que realizó la visita sin la compañía del secretario de Estado de Seguridad.
Si finalmente Joan Mesquida, del que dice que tiene «una excesiva proyección en los medios de comunicación», abandona el Ministerio del Interior, es evidente que su gestión puede haber sido más o menos acertada, pero lo que nadie le puede negar es que se ha volcado en su trabajo, que suele comenzar al amanecer.

Pero al margen de la solución que se dé a este problema -y que podría demorarse algunos meses-, todas las fuentes consultadas daban por segura la continuidad en la Dirección General de Tráfico de Pere Navarro, y de Mercedes Gallizo al frente de Instituciones Penitenciarias. En cuanto al primero, tanto el presidente del Gobierno como la cúpula de Interior están «más que satisfechos con su gestión, que ha logrado una reducción de la mortalidad sin precedentes». Ese alto concepto quedó en evidencia durante la campaña electoral, hasta el punto de que Zapatero se refirió en sus debates con Rajoy a este asunto como ejemplo de eficacia del Gobierno.

Por lo que se refiere a Mercedes Gallizo, que como Mesquida renunció a ir en las listas electorales para no tener que abandonar su cargo, hay que destacar que se trata de una persona de la confianza del Gobierno y cuya imagen pública, que en un principio fue un tanto polémica, ha acabado por mejorar de forma considerable hasta el punto de haber desaparecido del debate público la situación del sistema penitenciario. Además, en su haber cuenta con lograr la aprobación de un ambicioso plan de infraestructuras penitenciarias.

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