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Mercedes Gallizo, Directora General de Instituciones Penitenciarias: "Los pobres son el grueso de los presos"

NACIÓ EN ZARAGOZA EN 1952.


ESTUDIOS CURSÓ FILOSOFÍA Y LETRAS EN LA UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA.

AFICIONES LECTURA, OPERA, CINE Y ANDAR.

TRAYECTORIA FUE DIPUTADA EN EL CONGRESO POR ZARAGOZA. LLEVA TRES AÑOS AL FRENTE DE LA POLÍTICA PENITENCIARIA.

Fuente: El Periódico de Aragón

--¿Ha sido el de De Juana Chaos el peor episodio desde que está en la Dirección General de Instituciones Penitenciarias?
--No ha sido el peor. Es verdad que tenía todo el día los focos delante y había una fuerte presión de la prensa y de la oposición, no muy constructiva esta. Las complicaciones que acarrea el cargo son otras, la responsabilidad de personas que cumplen condena, la obligación de mejorar su situación y el compromiso de avanzar hacia una sociedad más protegida.

--¿Cuántos presos salen a la calle cada año sin acabar de cumplir condena por prescripción médica o motivos humanitarios?

--Una media de 300. El último, José María Ruiz Mateos. En el caso de De Juana Chaos solo le quedan por cumplir unos meses. Hay excarcelaciones por motivos humanitarios con mucho más tiempo pendiente de condena.

--Recientemente, Etxerat, asociación de familiares de presos de ETA, denunciaba que doce de estos reclusos estaban enfermos de gravedad.

--En nuestro sistema penitenciario hay muchas personas enfermas, a las que tratamos y cuidamos. A veces, esas enfermedades son tan graves que pueden empeorar por su permanencia en prisión. De ahí que el sistema tenga prevista la excarcelación cuando su vida corre riesgo. También hay personas con enfermedades gravísimas, que no es el caso de los doce reclusos de ETA, pero no las podemos dejar marchar, porque si salen hacen una gorda. Vuelven a delinquir.

--Existe la impresión de que la seguridad en España se pretende conseguir a costa de pasar a ser un Estado penitenciario. ¿No son muchos 65.810 presos?

--Son muchísimos, tenemos la mayor población penitenciaria de Europa, con 146 penados por cada 100.000 habitantes. Superamos a Inglaterra. Encarcelar a los delincuentes es un recurso fácil, pero es discutible que la sociedad sea más segura con más gente en las prisiones. Hay otras alternativas, como que el estafador o el delincuente económico devuelvan las cantidades defraudadas. Eso les resulta más duro que estar unos meses privados de libertad.

--Sin embargo, la sociedad tiene la percepción de que el Código Penal es más suave en España que en otros países y pide más condenas.

--Es una distorsión interesada de la realidad. Las cárceles se llenan como hace 80 años. Es una vergüenza para nuestro sistema.

--¿Hasta qué punto influyen los presos extranjeros en el problema de hacinamiento?

--Hay que resaltar que el inmigrante, por definición, es una persona que viene a trabajar y a ganarse la vida, tiende a adaptarse al sistema. Lo que ocurre es que vivimos en un mundo cada vez más globalizado y España es un lugar de paso para muchas cosas, también para las redes transnacionales de delincuencia. La población reclusa extranjera alcanza al 32%, según las últimas cifras. La mayoría de los presos cumple penas por tráfico de drogas. Son personas utilizadas por las redes de narcotraficantes para pasar droga por Barajas o que llegan por el estrecho.

--¿No hay una tendencia al incremento de delincuentes violentos de países del Este?

--El de la delincuencia organizada es otro problema. Estos presos son menos que los traficantes, pero son violentos y de mucho riesgo. No obstante, el grueso de los presos no son los inmigrantes, siempre son los pobres con pocos recursos, sin trabajo ni formación cultural.

--Dada su trayectoria personal y política, ¿no le produce frustración que se haya llegado a una sociedad que prima el castigo sobre la prevención?

--Frustración no es el término. Estoy desolada porque no hemos conseguido transmitir a la sociedad la complejidad del mundo penitenciario. Se trata de problemas muy complejos y de difícil solución, porque los delitos tienen determinadas causas, la pobreza, la incultura, la marginalidad, que no se resuelven en las cárceles. Es desolador comprobar que el extraordinario esfuerzo para ampliar las estructuras y mejorar la habitabilidad de las cárceles se ve desbordado por el constante incremento de presos.

--La respuesta social es que se condene más y más conductas.

--¿Han bajado los delitos por ello? La respuesta fácil es condenar. Si los conductores corren más, hay que enviarlos a la cárcel, lo mismo que a los autores de violencia de género. Hay otro tipo de actuaciones para evitar que los conductores no conduzcan a gran velocidad. Se trata de evitar que se produzcan estos hechos y con mandar a la cárcel al autor no se evitan. Lo único que ocurre es que la venganza de la sociedad se deja ver con más fuerza.

--¿Las alternativas son la integración, la cultura, la educación?

--La educación es importantísima. Estoy sorprendida por los límites que ha alcanzado el debate sobre la asignatura Educación para la ciudadanía. Soy partidaria de una educación en valores y queremos que la asignatura llegue a las cárceles, porque es una de las carencias fundamentales en los reclusos.

--Otra de las alternativas son los centros de inserción para presos en régimen abierto, pero son insuficientes o disponen de pocas plazas, como ocurre en Zaragoza

--A ocho meses de culminar la legislatura, ¿ha meditado si querría seguir en el cargo?
--Creo que no es el momento de pensar en ello, no suelo hacer previsiones para más de una semana o un mes.

--¿Le ha compensado esta responsabilidad política?

--Sí. Tengo un compromiso asumido con mi partido, mi Gobierno y mi país. Mi función ha sido compartir el trabajo con las personas que colaboran con Instituciones Penitenciarias.

--¿Ha sido incómodo habituarse a la vida en Madrid?

--Ya había estado allí como diputada, aunque es verdad que mi trabajo no requería una presencia tan continuada. Estoy bien allí y me gusta mucho la política nacional. En relación con mi vida personal, es cierto que la política no te deja tiempo para ella. No me acostumbro a llevar escolta siempre, pero así son las cosas.

--La lejanía de su trabajo no le impide volver siempre que puede a Zaragoza.

--Es que tengo mi casa aquí. Soy zaragozana y ejerzo de ello, esté donde esté y cualquiera que sea mi actividad.

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