Fuente: El Mundo

Que en los últimos años la cárcel de Picassent hace aguas en cuanto a medios es algo de sobra conocido por la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias. La masificación es un mal crónico que tanto el Gobierno como la dirección del centro penitenciario parece que han asumido con total naturalidad a pesar de que la asfixia de la prisión provoca, entre otras muchas cosas, inseguridad.

Dejando este punto aparte, ahora uno de los centros penitenciarios más grandes de España vuelve a la diana por otra carencia: en Picassent ya no hay médicos para atender a los internos. Y la población reclusa está cifrada en 2.056 personas. Sólo hay uno para las urgencias y quienes deciden qué debe serlo son los jefes de servicio, personal que no tiene los conocimientos necesarios para tomar tal decisión.

La Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciariasl (Acaip), sindicato mayoritario, ha denunciado esta situación. Asegura que la falta de médicos (en la actualidad hay de servicio efectivo de tres sobre los 21 que debería haber) supone que desde el día 2 de julio los internos no tengan acceso a consulta médica. Y en la prisión se concrentra una gran cantidad de internos que precisan una atención sanitaria continua y especializada.

Además, insiste el sindicato, esta falta de asistencia tiene repercusión en materia de seguridad, especialmente en relación con los internos con patologías psiquiátricas que son algunos de los que más incidentes y altercados provocan (sobre todo agresiones). El problema es mucho más profundo si se tiene en cuenta que hay internas embarazadas, madres con niños menores de tres años y hay un departamento de Enfermería con más de 160 internos ingresados diagnosticados de enfermedades psiquiátricas (psicosis graves, depresiones, tendencias suicidas) o enfermedades crónicas (diabetes, cardiopatías, enfermedades pulmonares, demencias,neurodegenerativas, hepatologías...) así como también pacientes con VIH.

«Las perspectivas de una solución no son muy halagüeñas ya que la presión y las extenuantes jornadas de trabajo están provocando que los pocos médicos que aún están en condiciones de trabajar empiecen a presentar numerosos síntomas de burnout (síndrome de trabajador quemado) y pese a sus enormes esfuerzos no saben cuanto iempo más podrán seguir desempeñando su labor. A ello hay que añadir varias desafortunadas decisiones organizativas de la Subdirección médica que han contribuido a aumentar la presión sobre ellos», denuncian desde Acaip.

El sindicato, además, advierte de que lleva años advirtiendo del deterioro paulatino de la situación, tratando de evitar que se llegara a esta situación. «Primero expusimo esta situación ante la Dirección del centro penitenciario, posteriormente ante la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, y ante otras instancias (reuniones con diputados y senadores, Defensor del Pueblo, Organización Mundial de la Salud...) sin que quien tiene la capacidad para buscar soluciones haya hecho absolutamente nada por buscar una solución al problema, dejando que se fuera degradando lentamente, no se sabe con que finalidad».

Por último, desde el colectivo sindical alertaron de que «esta situación, además, tiene otras implicaciones que van más allá del ámbito sanitario y que afectan también a la seguridad del centro a la hora de la atención sanitaria recibida por los internos con patologías psiquiátricas».