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Vivir ocho horas al día entre 1.800 reclusos

Dos funcionarios de la cárcel de Córdoba relatan las peculiaridades de una labor poco conocida en la que, ante todo,“hay que demostrar quién manda”.

Fuente: el Día digital CÓRDOBA

Frases como “de aquí se sale” o “nos vemos en la calle” son habituales para los funcionarios de prisiones que cada día se las ven con los cerca de 1.800 reclusos de la cárcel de Córdoba. “Amenazas escuchas a diario, pero acabas por acostumbrarte y no darles demasiada importancia porque son el pan nuestro de cada día”. Francisco Durán, responsable del sindicato de prisiones ACAIP y Agustín, funcionario del centro penitenciario cordobés, ambos con más de 15 años de experiencia, aseguran que “lo más importante en nuestro trabajo es tener mucha mano izquierda, ser paciente y ganarte la confianza de los presos para evitar que se den situaciones conflictivas”, señalan.

La vida de los funcionarios de prisiones sigue siendo una gran desconocida para los ciudadanos que en ocasiones siguen asociando su labor a la de un carcelero cuando la realidad dista mucho de esa imagen “cuando dices a qué te dedicas notas la cara de sorpresa en la gente, no es un mundo conocido y, en muchas casos, está muy influido por la imagen que de nosotros se da en las películas americanas. Nada que ver”, indica divertido Agustín.

La realidad, como en la mayoría de los casos, supera con creces a la ficción. La vidas diaria de los funcionarios de prisiones está cargada de situaciones en las que, ante todo “hay que tener mucha psicología”, señala Francisco Durán que añade “la prisión es un pequeño mundo, una ciudad en la que te encuentras de todo y en la que, por mucho que sorprenda hay toda una serie de relaciones idénticas a las que se pueden vivir en la calle”. En este mundo en miniatura hay comercio, “generalmente con tabaco, aunque también con tarjetas de teléfono u otros bienes que aquí son muy apreciados”, redes de informadores “los presos se enteran de todo, da igual que estén en módulos diferentes, existe una amplia red de informadores que van desde las cuestiones del funcionamiento de la prisión hasta cuestiones personales de los funcionarios”, armas “los pinchos son algo habituales en las prisiones de toda España, la gente se sorprendería del grado de perfección que alcanzan algunos presos a la hora de fabricarse un arma con una varilla, los restos de una ventana o una madera. Son unos verdaderos artistas” y por supuesto jefaturas y estructuras de poder “los presos que tienen el poder sobre módulos se denominan KIES y sobre ellos se asientan estructuras piramidales de las que dependen otros reclusos. Nunca vas a ver a un KIES metido en un follón, ellos saben como cubrirse las espaldas”, señalan los dos funcionarios de la prisión cordobesa.

“Mañana te secuestraremos”

“Hay que tener muy claro que ellos nos superan en número y que su único cometido es el de aprovechar esa superioridad en su beneficio, es lógico, yo si me viese en su pellejo también trataría de aprovechar los fallos y los resquicios en la seguridad que me dejaran los funcionarios”, señala Agustín que tiene más que asumido que “cada día nos cuelan bastantes” y que “lo realmente importante es que, pese a los que puedan conseguir tengan muy presente que la autoridad te pertenece”, señala.

Buena prueba de que las palabras de Agustín describen la realidad cotidiana de la prisión es el intento de fuga que el pasado lunes protagonizó Il Idrissi, un recluso vinculado al 11-M, quien aprovechando un vis a vis con un familiar trató de dar el “cambiazo” a los funcionarios que, en colaboración con los agentes de la Guardia Civil, y gracias a la prueba de huellas se percataron de la trampa y abortaron una huida que hubiese sido escándalo a nivel nacional.

La situación más complicada con la que se puede encontrar un funcionario de prisiones es la de un motín en un módulo de la prisión. En Córdoba el último ocurrió el pasado mes de noviembre cuando varios presos retuvieron a tres funcionarios a los que amenazaron con “pinchos” durante unos veinte minutos “Aquel motín-indica Francisco Durán- fue bastante sorpresivo y se inició por una pelea que respondía a otra trifulca que fue a más”.

“Normalmente sabes cuando se va producir un motín-indica Agustín-son situaciones eventuales pero que responden a un aumento de tensión y roces entre los reclusos. Les notas más quejosos, más reivindicativos, mucho más pendientes de tus movimientos y de tu trabajo. Sabes que algo va a pasar e intentas frenarlo, pero muchas veces es inevitable y te acabas enfrentando a esa situación”, indica. Acerca de los consejos que se deben seguir en un momento como éste, la receta es bien clara “lo último que deben ver es que tienes miedo, que no controlas la situación y que son ellos los que tienen el poder”. Agustín rememora una experiencia que tuvo en otra prisión “Nada más comenzar mi carrera como funcionario de prisiones, me encontré un anónimo en el buzón de sugerencias del módulo en el que trabajaba: Mañana habrá un motín y te secuestraremos. Yo era muy joven y desde luego la noche antes no pegué ojo. Al día siguiente miraba con mil ojos mientras revisaba las celdas para trasladar a los reclusos al desayuno”, comenta ahora con una sonrisa en los labios.

Tensión laboral

Pese a lo que pueda parecer, tanto Agustín como Francisco aseguran que el suyo es un trabajo como otro cualquiera en el que “no hay vocación, a muchos nos ha pasado lo mismo, entras diciendo que vas a estar un tiempo hasta que te preparas o sale otra cosa y estos son los días en los que seguimos aquí”. Francisco indica “somos un colectivo en el que el 60 o 70 por ciento del personal laboral es licenciado, sufrimos bajas laborales, pero menos que los maestros y ante todo, la clave es la experiencia”.

Lo que ninguno de los dos niega es que muchos de los problemas o de las situaciones conflictivas con las que se encuentran en su trabajo no se quedan tras las puertas de acceso a la prisión .“Es verdad que muchas veces te vas a casa preocupado o con la impresión de que va a pasar algo, es difícil abstraerse de los problemas con los que te toca lidiar y n o llevártelos a casa”, indica Agustín.

Para Francisco, ese tipo de problemas que te acaban persiguiendo a casa se solucionan con un tratamiento adecuado entre presos y funcionarios “los presos saben que en nosotros sí pueden confiar. Saben que es nuestro trabajo y que si ellos ponen de su parte, el funcionario va a preocuparse de sus asuntos. Ante todo, lo más importante es que ellos sepan que, le digas lo que le digas, no les vas a mentir, que pueden confiar en ti. Si hay algo que una persona que cumple condena no soporta es que le mientas, que le des largas y que luego no hagas nada. Si ellos te ven como una persona con la que se puede contar va a haber menos problemas, ahora como te pillen en una mentira no te lo van a perdonar y se encargarán de recordártelo siempre que puedan”, señala.

ACAIP denuncia masificación y graves carencias de personal
La situación que se vive en el centro penitenciario de Córdoba se alarga en el tiempo sin que por el momento, al igual que ocurre en otras prisiones, se llegue a ninguna solución concreta. En concreto, ACAIP denuncia que la cárcel cordobesa sufre una importante masificación que está afectando directamente tanto a los funcionarios que se ven desbordados como a los propios reclusos.

Según los datos que recientemente hizo públicos el sindicato de prisiones, la prisión cordobesa fue construida bajo la premisa de contar con 1.008 plazas de capacidad “uno por celda”, sin embargo en la actualidad esa cifra está más que superada con unos 1.800 reclusos. A este dato se une que el número de funcionarios que atiende el centro se calcula en función de esa cifra inicial por lo que se ha quedado en 491 funcionarios. Este personal es considerado a todas luces insuficiente para atender las necesidades actuales del centro en el que, según los datos de ACAIP, se precisaría un aumento de más de un centenar de plazas en las que se incluyen desde personal de enfermería, hasta personal de vigilancia, pasando por jefes de grupo, psicólogos, administrativos o trabajadores para el CIS al q que en la actualidad se han derivado trabajadores del centro penitenciario.

Para el responsable de ACAIP en Córdoba “de los 491 funcionarios hay que descontar a los que trabajan en oficinas o a los que realizan otras labores como la entrada y salida del recinto. De esta manera quedamos unos 280 para la vigilancia de los departamentos. Hay situaciones en las que uno o dos funcionarios se tienen que hacer cargo de más de un centenar de reclusos porque no les queda otra. Y en esos momentos hay que tener en cuenta que entra todo, desde conducirlos desde las celdas, la vigilancia, llevarlos a los talleres, atender el teléfono. Hay momentos en los que no se da abasto”

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